Riñones - Apuntes de Electromedicina

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Riñones:

Los riñones tienen una finalidad depuradora. Filtran la sangre de nuestro cuerpo para que las sustancias que no sirven se puedan eliminar mediante el sistema excretor. Por otro lado, es importante para mantener la homeostasis corporal en términos regulación del equilibrio interno (presión sanguínea, osmolaridad de la sangre, acidez de la sangre, balance de electrolitos.
 


Estos órganos pequeños, de color rojo oscuro y con forma de judías se sitúan en la pared dorsal del cuerpo en una posición retroperitoneal (por debajo del peritoneo parietal) en la región lumbar superior.
Los riñones se extienden de la vértebra T12 a la L3; por lo que están protegidos por la parte baja de la caja torácica. El riñón derecho se encuentra ligeramente más bajo que el izquierdo, a causa del hígado.
 
El riñón de un adulto mide aproximadamente 12 cm de largo, 6 cm de ancho y 3 cm de grosor, más o menos como el tamaño de una pastilla grande de jabón. Tiene forma convexa en el lateral y muestra una indentación media llamada hilio renal. Existen varias estructuras, entre ellas los uréteres, los vasos sanguíneos renales y los nervios, que entran o salen del riñón por el hilio, En la parte superior de cada riñón, se encuentra la glándula suprarrenal, que forma parte del aparato endocrino y cuya función forma un órgano aparte.
Una masa grasa, la cápsula grasa perirrenal, se dispone alrededor de los riñones y actúa como protección contra los golpes. La fascia renal, la cápsula más exterior, ancla cada riñón y ayuda a sostenerlo en su lugar contra los músculos de la pared torácica.
Partes de un riñón:

La corteza renal:
Es la capa externa del riñón donde se encuentran los glomérulos, las cápsulas de Bowman y los túbulos proximales y distales de las nefronas.

La médula renal:
Es la capa interna del riñón donde se encuentran las asas de Henle y los conductos colectores de las nefronas, así como las pirámides y las papilas renales.

La nefrona:
Es la unidad funcional del riñón formada por un glomérulo, una cápsula de Bowman, un túbulo proximal, un asa de Henle, un túbulo distal y un conducto colector. La nefrona se encarga de filtrar la sangre y formar la orina primaria y secundaria.

El glomérulo:
Es un conjunto de capilares sanguíneos rodeados por la cápsula de Bowman donde se produce el filtrado glomerular, es decir, el paso de agua y solutos desde la sangre hacia el espacio capsular.

La cápsula de Bowman:
Es una estructura en forma de copa que envuelve al glomérulo y recoge el filtrado glomerular en su interior.

El túbulo proximal:
Es la primera parte del túbulo renal que conecta la cápsula de Bowman con el asa de Henle. En el túbulo proximal se reabsorbe la mayor parte del agua y solutos del filtrado glomerular, así como algunas sustancias orgánicas como glucosa y aminoácidos.



 
El asa de Henle:
Es una parte del túbulo renal que tiene forma de U y se extiende desde la corteza hasta la médula renal. El asa de Henle se divide en dos segmentos: el ramo descendente, que es permeable al agua, pero no a los solutos, y el ramo ascendente, que es impermeable al agua, pero permite el paso de los solutos. El asa de Henle se encarga de crear un gradiente osmótico en la médula renal que facilita la concentración o dilución de la orina.

El túbulo distal:
Es la última parte del túbulo renal que conecta el asa de Henle con el conducto colector. En el túbulo distal se realiza una reabsorción selectiva y una secreción activa de solutos según las necesidades del organismo. El túbulo distal también participa en la regulación del pH sanguíneo mediante el intercambio de iones hidrógeno e hidroxilo.

El conducto colector:
Es un conducto que recibe la orina secundaria procedente de varias nefronas y la conduce hacia las papilas renales. En el conducto colector se produce una reabsorción final de agua bajo el control de la hormona antidiurética (ADH), lo que determina el volumen y la osmolaridad final de la orina.

Enfermedades renales:
 
Enfermedad renal crónica:
Es la pérdida progresiva e irreversible de la función renal, que puede deberse a diversas causas como diabetes, hipertensión, glomerulonefritis, poliquistosis, etc. Los síntomas pueden incluir fatiga, anemia, hinchazón, náuseas, orina espumosa o con sangre, entre otros. El tratamiento puede consistir en medicamentos, diálisis o trasplante renal.

Cáncer de riñón:
Es el crecimiento anormal y descontrolado de células malignas en el tejido renal, que puede originarse en el parénquima (carcinoma de células renales) o en el sistema colector (carcinoma urotelial). Los factores de riesgo pueden ser el tabaquismo, la obesidad, la exposición a sustancias tóxicas, etc. Los síntomas pueden ser dolor, hematuria, masa palpable, pérdida de peso, entre otros. El tratamiento puede incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia.

Cálculo renal:
Es la formación de masas sólidas compuestas por cristales de sales minerales o ácido úrico en el riñón o en las vías urinarias. Las causas pueden ser la deshidratación, la dieta, la infección, los trastornos metabólicos, etc. Los síntomas pueden ser dolor intenso, náuseas, vómitos, fiebre, hematuria, entre otros. El tratamiento puede consistir en analgésicos, antiespasmódicos, litotricia o cirugía.

Infección urinaria:
Es la invasión y multiplicación de microorganismos patógenos en el tracto urinario, que puede afectar al riñón (pielonefritis), al uréter (ureteritis), a la vejiga (cistitis) o a la uretra (uretritis). Las causas pueden ser la falta de higiene, las relaciones sexuales, el uso de sondas o catéteres, etc. Los síntomas pueden ser ardor al orinar, urgencia miccional, fiebre, dolor lumbar, entre otros. El tratamiento puede consistir en antibióticos y medidas higiénico-dietéticas.

Glomerulonefritis:
Es la inflamación de los glomérulos renales, que son las estructuras encargadas de filtrar la sangre. Puede ser aguda o crónica y tener origen inmunológico, infeccioso o idiopático. Los síntomas pueden ser hematuria, proteinuria, hipertensión arterial, edema, insuficiencia renal aguda o crónica, entre otros. El tratamiento puede consistir en corticoides, inmunosupresores o diálisis.

Nefropatía diabética:
Es el daño renal causado por la diabetes mellitus, que se caracteriza por un exceso de glucosa en la sangre que daña los vasos sanguíneos del riñón. Puede provocar hipertensión arterial, proteinuria e insuficiencia renal crónica. El tratamiento consiste en controlar los niveles de glucosa y presión arterial con medicamentos y dieta.

Poliquistosis renal:
Es una enfermedad hereditaria que se caracteriza por la formación de múltiples quistes llenos de líquido en el tejido renal. Estos quistes crecen y comprimen el parénquima normal del riñón causando hipertensión arterial e insuficiencia renal crónica. El tratamiento puede consistir en medicamentos para controlar la presión arterial y los síntomas asociados o cirugía para drenar o extirpar los quistes.

Insuficiencia renal aguda:
Es la disminución brusca y reversible de la función renal debido a una alteración en el flujo sanguíneo (prerrenal), en el parénquima (intrínseca) o en las vías urinarias (postrenal). Puede provocar una acumulación de sustancias tóxicas en la sangre y un desequilibrio hidroelectrolítico y ácido-base. Los síntomas pueden ser oliguria, anuria, edema, confusión, convulsiones, coma, entre otros. El tratamiento puede consistir en corregir la causa subyacente y administrar líquidos, diuréticos o diálisis.
 
Hidronefrosis:
Es la dilatación del sistema colector renal debido a una obstrucción del flujo de orina. Puede ser unilateral o bilateral y tener diversas causas como cálculos, tumores, estenosis, embarazo, etc. Los síntomas pueden ser dolor, hematuria, infección urinaria o insuficiencia renal. El tratamiento puede consistir en aliviar la obstrucción con sondas, catéteres, litotricia o cirugía.

Nefritis intersticial:
Es la inflamación del tejido intersticial renal, que rodea a las nefronas. Puede ser aguda o crónica y tener origen alérgico, infeccioso, autoinmune o tóxico. Los síntomas pueden ser fiebre, rash cutáneo, eosinofilia, proteinuria, hematuria o insuficiencia renal. El tratamiento puede consistir en retirar el agente causal y administrar corticoides o antibióticos.


 
 
 
 
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