Alexander Fleming: De un descubrimiento casual al abuso en nuestros días
El gran avance moderno de la quimioterapia procede del descubrimiento fortuito del hecho que los microorganismos sintetizan y excretan (expulsan al exterior de la célula) compuestos que son selectivamente tóxicos para otros microorganismos. Alexander Fleming fue un bacteriólogo que en la década de los años 20 se interesó mucho por el tratamiento de las infecciones producidas por las heridas. En 1929 Fleming, después de haber vuelto de unas vacaciones, se percató que en una pila de placas olvidadas antes de su marcha, donde había estado cultivando una bacteria, Staphylococcus aureus, había crecido también un hongo en el lugar donde se había inhibido el crecimiento de la bacteria. Resultó que el hongo "fabricaba" una substancia que producía la muerte de la bacteria; como el hongo pertenecía a la especie Penicillium, Fleming estableció que la substancia que producía sería denominada "penicilina".
Aunque con frecuencia se ha comentado que varios microbiólogos hicieron el mismo tipo de observaciones que el inglés, sin llegar a su nivel de fama, esta especulación no se ha podido comprobar ni, por tanto, afirmar nunca. Tal y como se ha podido demostrar en experimentos posteriores, en el "descubrimiento" de Fleming, coincidieron una serie de acontecimientos para que se produjeran los resultados que todos conocemos: la placa no se puso a incubar en estufa de 37ºC (el crecimiento de la bacteria habría sobrepasado al del hongo) y además la temperatura del laboratorio no era superior a 12ºC (según se cree, hubo una tormenta de frío en Londres en aquel verano de 1929).
La molécula de penicilina resultó muy inestable y después de mucho tiempo intentando purificarla (más tarde se demostró que era muy efectiva con preparativos impuros), Fleming desistió seguir trabajando. Diez años más tarde, un grupo de científicos comandados por H.W. Florey y E. Chain reemprendieron el estudio. Los ensayos clínicos efectuados con el material parcialmente purificado tuvieron un éxito espectacular. Por aquella época, en plena guerra en Europa, la molécula fue llevada a Estados Unidos donde fue desarrollada y producida a gran escala. Una vez acabada la II Guerra Mundial, las compañías farmacéuticas entraron en la producción de penicilina de forma competitiva y comenzaron a buscar otros antibióticos. Fleming les había mostrado la dirección correcta.
Una posible casualidad muy útil para la humanidad
Quizás el descubrimiento de la penicilina no fue fruto de un gran trabajo de investigación, muchos apuestan más por el fruto de una casualidad, pero Fleming fue el primero de una gran estirpe de microbiólogos a los que debemos los antibióticos, entre ellos Pasteur, Koch, etc. No podemos olvidar que la mortalidad de los recién nacidos y la infantil se ha reducido enormemente desde el esfuerzo de Fleming y sus colegas, y muchas enfermedades que tenían tasas de alta mortalidad son ahora poco más que curiosidades médicas.
Cuidado con el abuso
A pesar de esta gran ayuda, el descubrimiento de los antibióticos no se ha difundido de manera igual en el planeta. Además, en las sociedades más desarrolladas se está empezando a considerar una problemática el hecho de que existe una prescripción (y muchas veces un uso sin prescripción) exacerbada de los antibióticos. Esta realidad provoca que ya se esté hablando del paso de la "era de los antibióticos" a la "era post.antibiótica".
Con ello, nos referimos a que a menudo un antibiótico que antes era válido para combatir una bacteria deja de serlo debido a que, por causa del uso continuado que hacemos, la bacteria se ha acostumbrado al medicamento. Este medicamento, por tanto, ya no sabe como combatirla; llegamos a lo que técnicamente se denomina "resistencia". En España, por ejemplo, se ha llegado a una resistencia a los antibióticos del 30% de la población, en contra del 8% de Alemania. Otro problema añadido es el hecho que muchos de los animales que se usan para consumo humano son sometidos a administración de antibióticos a modo de profilaxis, pudiéndose generar ya en origen una resistencia que puede ir aumentando.
Con todo ello sólo intentamos hacernos eco de la voz de muchos profesionales de la microbiología que ya hace años están avisando del grave problema al que podemos llegar por el hecho de que para una simple infección ya no sea eficiente el antibiótico, y ya no hablemos de una situación de enfermedad bacteriana grave.
Biografía básica:
Sir Alexander Fleming (1881-1955), bacteriólogo y premio Nobel británico, se hizo famoso por el descubrimiento de la penicilina. Nacido en Escocia, se formó en la Facultad de Medicina del St. Mary's Hospital de la Universidad de Londres, donde trabajó como catedrático de bacteriología desde 1928 hasta 1948, año en que fue nombrado profesor emérito.
Desarrolló importantes investigaciones en los campos de la bacteriología, la quimioterapia y la inmunología. En 1922 descubrió la lisozima mientras que el descubrimiento de la penicilina, que lo catapultó a los anales científicos, tuvo lugar accidentalmente en 1928 en el curso de sus investigaciones. Fue nombrado sir en 1944 y compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con los científicos británicos Howard Florey y Ernst Boris Chain por sus contribuciones al desarrollo de la penicilina.